En el mundo actual, la comunicación comercial va más allá de simples palabras. Se trata de transmitir un beneficio concreto, donde cada especificación técnica se transforma en una experiencia tangible para el usuario. Una redacción bien estructurada y cuidadosamente diseñada puede marcar la diferencia entre captar la atención del cliente o perderla en un mar de mensajes confusos. Así, el beneficio se concibe como una especificación técnica que se traduce en una experiencia de uso, creando un puente entre la información y la percepción emocional del receptor.
La claridad en la comunicación comercial es esencial. Cada palabra, cada pausa y cada formato contribuyen a que el mensaje final sea comprendido sin ambigüedades. Este documento presenta una serie de pautas que van desde la organización del texto hasta la selección de palabras y unidades de medida, pasando por aspectos tipográficos y de estilo. De esta manera, se sientan las bases para una comunicación que cumpla con los estándares de veracidad, legalidad y honestidad, al tiempo que resulta accesible y atractiva para el público.
El mensaje central de esta propuesta radica en que el beneficio de un producto o servicio no es simplemente una característica técnica, sino que se materializa en la experiencia de uso que percibe el usuario. Cada especificación debe estar orientada a generar una vivencia positiva, donde el detalle técnico se combine con la usabilidad y la satisfacción del cliente. Esta perspectiva implica una transformación del lenguaje técnico en un relato que conecte con las emociones y necesidades del consumidor, facilitando la toma de decisiones en un entorno de alta competitividad.
Para lograr esto, es fundamental contar con un lenguaje que no solo informe, sino que inspire confianza. La correcta estructuración del contenido, el uso adecuado de tiempos verbales y la aplicación de criterios de claridad y precisión son elementos indispensables en este proceso. Así, el beneficio se convierte en una experiencia completa, donde la técnica y la emoción se funden para ofrecer un valor agregado que trasciende la simple funcionalidad del producto.
Una de las directrices propuestas es la división del texto en grupos de cuatro palabras por renglón. Esta técnica, aunque aparentemente restrictiva, busca optimizar la legibilidad y el ritmo de lectura. Al limitar la cantidad de palabras por línea, se facilita el escaneo visual del contenido, permitiendo que el ojo se desplace de manera natural de izquierda a derecha. Esto resulta especialmente útil en entornos digitales, donde la atención del lector se ve constantemente amenazada por distracciones.
El uso de esta estructura visual contribuye a que cada mensaje sea claro y conciso, evitando sobrecargar al lector con información densa o excesivamente larga. Además, esta organización favorece la uniformidad y la consistencia en la presentación de la información, aspectos esenciales para mantener una identidad de marca sólida y reconocible.
Redactar en presente simple es una de las reglas fundamentales que se propone para asegurar la claridad y la inmediatez del mensaje. Este tiempo verbal, que se caracteriza por su objetividad y sencillez, permite que el lector perciba la acción de forma directa y sin ambigüedades. La estructura recomendada – Nombre + Verbo + Sujeto sobre el que recae la acción, complementado con adverbios de tiempo y lugar – proporciona una fórmula eficaz para construir oraciones claras y comprensibles.
El uso sistemático del presente simple facilita el proceso de comprensión, ya que el lector se enfrenta a un relato directo y sin complicaciones temporales. Además, esta elección estilística refuerza la sensación de veracidad y actualidad, aspectos fundamentales en el discurso comercial, donde la precisión y la transparencia son altamente valoradas.
La selección de una única fuente Sans Serif, como Arial, forma parte de las recomendaciones para lograr una presentación visual homogénea y profesional. Las fuentes Sans Serif se caracterizan por su legibilidad en pantalla y en impresiones, lo que las hace ideales para la comunicación comercial moderna. La elección de Arial, por ejemplo, garantiza que el mensaje se transmita de manera clara y sin distracciones, permitiendo al lector concentrarse en el contenido esencial.
Esta recomendación no se limita únicamente a la elección de la fuente, sino que abarca todo el diseño visual del mensaje. La consistencia en el uso tipográfico refuerza la identidad de la marca, generando confianza y facilitando la recordación del mensaje. En un entorno competitivo, cada detalle cuenta, y una presentación impecable puede ser el factor decisivo para captar y retener la atención del cliente.
El primer párrafo de cualquier mensaje comercial debe responder de manera concisa a las preguntas fundamentales: quién, qué, cuándo, dónde y por qué. Este enfoque se basa en la premisa de que la información esencial debe estar al alcance del lector desde el primer contacto. Al responder estas interrogantes de forma directa, se establece una base sólida para el resto del contenido, asegurando que el usuario comprenda de inmediato la relevancia del mensaje.
Este tipo de estructura no solo organiza la información, sino que también genera una sensación de transparencia y confianza. En un mercado saturado de mensajes publicitarios, un inicio claro y directo diferencia al mensaje de aquellos que optan por la ambigüedad o el exceso de información.
Dentro de las directrices se establece que ciertos sustantivos abstractos, como Alegría, Amor, Análisis, Arte, Belleza, entre otros, no deben utilizarse en plural. Esta regla busca preservar la esencia única de estos conceptos, evitando diluir su significado a través de la pluralidad. Al tratar estos términos en singular, se enfatiza su carácter indivisible y se refuerza su identidad propia.
La aplicación de esta norma es fundamental para mantener la coherencia y la precisión en el mensaje, contribuyendo a la credibilidad del mensaje y a la percepción de profesionalismo por parte de la marca.
Se recomienda el uso del término “gratis” únicamente cuando no existe ninguna obligación implícita en el ofrecimiento. Esta distinción es crucial para evitar malentendidos o interpretaciones erróneas que puedan dañar la imagen de la empresa. La palabra “gratis” debe ir acompañada de una transparencia total en las condiciones.
Esta práctica se alinea con un compromiso ético y legal, garantizando que la información proporcionada sea veraz y no induzca a error, mostrando respeto hacia el consumidor.
El mensaje comercial debe ser inclusivo y respetuoso, evitando cualquier forma de discriminación por razones de raza, nación de origen, religión, género, edad, incapacidad u orientación sexual. Esta postura fortalece la imagen de la marca como ética y socialmente responsable.
La adopción de una política de cero discriminación amplía el alcance del mensaje y genera un ambiente de respeto y tolerancia, promoviendo confianza y valoración por parte del consumidor.
Expresiones como “cita previa” y “doce del mediodía” son cacofonías y deben evitarse por su sonido poco agradable. La selección cuidadosa de palabras asegura una comunicación fluida y armoniosa.
Eliminar cacofonías mantiene la pureza y profesionalismo del discurso, garantizando que el receptor se centre en el contenido sin distracciones formales.
Se sugiere usar ejemplos concretos y cifras para conceptos como el Costo de Propiedad y el Retorno de la Inversión, reflejando costos frente a beneficios. Esto aporta credibilidad y claridad.
Los ejemplos prácticos desmitifican conceptos financieros, ayudando al consumidor a valorar la propuesta de manera objetiva.
El que no sabe vender no ofrece solo descuentos; la venta debe basarse en generar valor, justificando el precio como inversión total o valor agregado.
Comunicar beneficios reales y usar tecnologías como IA para personalizar mejora la experiencia y percepción de la marca.
Detallar embalaje, cobertura, tiempo, forma de entrega y disponibilidad de inventario aporta seguridad y transparencia al proceso de compra.
Comunicar cada fase logística genera confianza y asegura una experiencia positiva para el cliente.
La página web debe incluir todos los datos de contacto: teléfono fijo, celular, correo, dirección, ciudad, país y formulario, reforzando credibilidad.
Un diseño claro con acceso rápido a datos de contacto transmite transparencia y compromiso con el cliente.
Usar “doble” o “triple” en lugar de porcentajes superiores al 100% facilita la comprensión y comparación por parte del receptor.
Estas expresiones simplifican el mensaje y agilizan la toma de decisiones en un contexto comercial.
Utilizar “se atrasan”, “se retardan” o “se demoran” en lugar de “se retrasan” evita ambigüedades en la descripción de procesos.
La metáfora “retrasar es volver a pintar” enfatiza la importancia de la eficiencia y puntualidad.
No se debe explotar miedo, sufrimiento o superstición para vender, priorizando una publicidad responsable y respetuosa.
El respeto y la integridad fortalecen la reputación de la marca frente al consumidor.
Hablar de “inversión total” o “valor” en lugar de “precio” fomenta una percepción positiva de la relación costo-beneficio.
Incluir impuestos, formas de pago y detalles de garantía reduce confusiones y aumenta la seguridad del cliente.
Priorizar la experiencia del usuario optimiza la adquisición, entrega y servicio postventa, impulsando fidelización.
Un lenguaje sencillo y claro mejora la accesibilidad y confianza en la marca.
Expresar precios como “un millón” en lugar de $999,999 evita confusión y refleja transparencia.
La precisión respeta la inteligencia del consumidor y fomenta decisiones informadas.
La brevedad y precisión, con un lenguaje claro y directo, transmiten honestidad y profesionalismo.
Atender un solo objetivo por mensaje evita dispersión y mejora la comprensión.
Todo mensaje debe ser legal, decente y honesto, protegiendo la imagen de la marca y generando confianza.
La veracidad es un imperativo que responde a las expectativas de un público exigente.
Usar “nueve milímetros” en lugar de “0.9 centímetros” asegura precisión y comprensión.
Este rigor refleja compromiso con la claridad y profesionalismo.
La IA personaliza recomendaciones, ajusta precios y mejora el servicio, ofreciendo una ventaja competitiva.
Optimiza recursos y responde ágilmente al mercado, elevando la experiencia del cliente.
La redacción comercial combina técnica y creatividad para transformar especificaciones en experiencias significativas. Cada pauta –estructura, claridad, tipografía– refuerza la coherencia y efectividad del mensaje.
La transparencia, inclusión y veracidad, junto con la innovación tecnológica, construyen confianza y diferencian a la marca en un mercado competitivo.
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